Por fin salió el sol. El sábado amaneció soleado y sin tanto frío. Paseo corto por el pueblo y después a caminar hasta el estadio para vivir la segunda fiesta.
En el primer partido había muchísimos ingleses. En cambio en éste, los rumanos se quedaron en su casa. Fue como ir a la cancha en Argentina. Todo celeste y blanco. Hasta los kiwis se vistieron de argentinos. Les divierte nuestra forma de vivir el juego.
El estadio chico, se veía bárbaro. Nuestras ubicaciones fueron de lujo, aparecieron los mismos disfraces del primer encuentro, presos, pumas gigantes, turbantes, pitufos y caras pintadas.
El juego en sí, demostró la superioridad de Los Pumas. Jugaron con garra y concentrados. Se definió en el primer tiempo.
El final fue con los jugadores cantando y saludando.
Nadie se quería ir, afloraron las ganas de festejar.
Argentina 43-Rumania 8
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