Faltando un día para el segundo partido de Los Pumas decidimos ir a conocer los fiordos que dan al mar de Tasmania. Fueron dos horas de viaje desde Invercargill hasta Te Anau, otra aldea de montaña a orillas del lago del mismo nombre. El lugar está perdido en el mundo, pero es lindísimo.
Desde allí parten las excursiones a los fiordos. Toda esta zona del país se llama Fiordland.
Nos vendieron que era peligroso y que deberíamos alquilar cadenas porque hay nieve y hielo en esta época del año. Les creímos y fuimos en micro. Obviamente el que manejaba no puso cadenas. Igual estuvo bien, ya que nadie se cansó manejando.
Fueron dos horas de micro, por una ruta mítica de Nueva Zelanda. Algo así como la ruta 40 en Argentina. Atraviesa un cordón montañoso muy alto con el túnel Homero en la cumbre. A este túnel lo excavaron en la roca y tiene más de un kilómetro de largo. Como es de una sola mano de circulación avisan con semáforo a quien le toca circular.
Cuando llegamos arriba nevó un ratito. La parada final es un embarcadero desde el cual parten los barcos para recorrer el fiordo.
El paseo es sobre un mar calmo como una laguna, rodeado de paredes verticales altísimas, todo obra del hielo. Se ven, focas, pinguinos, algún loco en kayak y redes de pescadores de langostas. Cuando el barco llega a mar abierto, da la vuelta, en ese lugar se perdía la calma del agua.
Dentro del barco y del micro que nos trajo, gente de todas partes del mundo. Una torre de Babel que estaba ahí por el mundial.
A última hora volvimos a Invercargill, a 100 km por hora, sin multas y faltando un día para el segundo partido.
Te Anau-Milford Sound (Fiordland)
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