Capítulo 4: Muchas veces fui preso…
Se realizó el cuarto y último encuentro antes de la próxima gira a Ushuaia.
El anfitrión de lujo, para huéspedes que no lo merecen tanto, fue nuevamente Claudio en su casa de Cardales.
Esta vez fuimos con nuestras respectivas familias. Esposas e hijos se hicieron presentes para acompañarnos. Las malas lenguas dicen que fue una despedida, por si alguno decide no volver y quedarse a reposar en tierras australes.
La convocatoria fue excelente, en un día que no pintaba nada bien por la tormenta caída 24 horas antes.
Concurrimos los mismos players del último entrenamiento en Pilar, a los que se agregaron cuatro glorias centralistas: Carloto, Guillermo, Federico y Pepe.
Arrancamos al mediodía con un trote bastante digno hasta el lugar de entrenamiento.
Hicimos un equipo para jugar imaginaria y allí se vivió una situación difícil y compleja. Afloraron las internas y las rencillas de vestuario.
Al momento de armar el equipo, todos me miraban a mí, que sin entender muy bien el porqué, decidí ceder mi puesto de inside, ganado a fuerza de kilos y litros de cerveza a la vieja gloria recién llegada. Un renunciamiento histórico, que no conmovió a nadie.
La oposición en la cancha estuvo compuesta por tres menores imberbes a los que hubo que aplicarles algún correctivo para que mantuvieran la línea. El cuarto imberbe, Juan Facundo, jugó para los buenos.
Los delanteros (otra vez a mi lugar de origen), practicamos un par de jugadas de penal y pese a la didáctica explicación de Leonardo, a algunos les costó entender las coordenadas. Supongo que es por la edad, porque es gente que, en su mayoría, ha terminado una carrera terciaria.
En definitiva, el primer turno de entrenamiento salió bastante bien, así que volvimos a la casa a toda marcha para degustar, lomitos, chorizos y bondiolas, preparadas por el dueño de casa.
Al momento del postre, entregamos las camisetas nuevas, conseguidas por la buena gestión de Martín. Uno a uno las fueron recibiendo con cara de feliz cumpleaños. No faltaron las quejas de algunos flaquitos de vida sana por el tamaño de la prenda, pero se la pusieron igual.
Fuentes fidedignas dicen que «alguien» contrató una modista para “entallar” la camiseta, pero no creo que sea cierto. Habladurías de algún gordo resentido seguramente.
Al momento de la foto de rigor, y aún con una sonrisa dibujada en el rostro, alguno empezó a entonar: “muchas veces fui preso…” la canción que dio título a este post. En realidad no fueron muchas las noches que fuimos presos, fue una sola, y la anécdota es para otra ocasión.
Terminamos con el doble turno con una nueva incursión al campo de entrenamiento (esta vez fuimos en auto) y jugamos un partido de dos tiempos.
Se puede decir que salimos enteros en general, y con alguna dolencia en particular.
Un párrafo aparte para el duelo entre Pepe y Martín, esos muchachos tienen cuentas pendientes, pero por seguridad de todos, es mejor que las salden sin terceros involucrados.
La vergüenza de la tarde fue la tarea de los árbitros designados. El Pesca y Carloto, un tiempo cada uno, mostraron el lado oscuro del referato de Buenos Aires.
Con hambre, sed, cansados y golpeados, volvimos a la casa y mientras una orca jugaba con una ballena en la flamante pileta, otros se involucraban en un picado de fútbol mixto, más peligroso que jugar con la primera de cualquier club de rugby.
Se terminó la “preparación física”. Entre los 16 jugadores y los acompañantes, todos bien vestidos, bien contentos y bien comidos, podemos decir que se juntó una delegación de veteranos del Club Central Buenos Aires.
Nos vamos al frío del sur, roguemos y esperemos que los demás equipos tengan nuestra misma condición atlética.
Gracias otra vez a Claudio por la magnífica atención y a nuestras familias por seguir aguantando.
Hasta la próxima.
Tendrías que haberte dedicado a escribir!! sos un genio Juan!! no estuve ahí pero te juro que leyendo lo que escribiste, siento que los ví!!! jajajaja!
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Gracias Graciela. Un beso grande
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