Nos encontramos bien temprano a la mañana en el aeropuerto de Heathrow para retirar la camioneta reservada. Eramos siete y con equipaje, o sea que en la pequeña Zafira otorgada, no teníamos lugar para todos. La simpatía de Horacio y el lamento de Andrea conmovieron el inglés de la rentadora, que nos dio una camioneta enorme por sólo unas pocas libras de más.
Los conductores designados desde aquí hasta el final de la travesía, Horacio y yo. Tenemos experiencia con el volante a la derecha y con la ley. En los asientos del medio Pepe y Gabriel y en el fondo la tía Andrea con Tato y Alejo.
A los pocos kilómetros de salir de Londres, todos dormían. La ruta está perfecta, y te van a avisando en los carteles, como si estuviéramos en el primer mundo, de los inconvenientes que pudieran surgir más adelante. Pasamos por las ciudades de Rugby, Birmingham, Manchester y luego se sale de la autopista para tomar una ruta bien angosta y de película. Bordea pueblos detenidos en el tiempo, algunos de sólo unas cuadras largo. El resto, lleno de colinas verdes y muchas ovejas.
Llegamos a Edimburgo al atardecer, nos encontramos con Gustavo y familia que vinieron en otra camioneta y fuimos todos juntos a cenar a un restaurante indio.
El dueño del restaurant muy simpático, cocinó todo lo que le pedimos. Al final, la cuenta estuvo acorde a las exigencias de nuestros pedidos. Muy tarde para lamentos!!