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Hace exactamente 3 años, comenzamos esta movida con alguna inexplicable excusa. Tal vez, la de reflotar aquellos años de gloria, tal vez, jugar algún partido en Ushuaia, tal vez, sólo la de juntarnos de vez en cuando. En aquella oportunidad Claudio nos invitó a Cardales y fuimos 9 personas (y un lechón). Link de ese día

Pasaron 3 años, cuatro giras, algunos partidos y muchos asados. Ni al más optimista de todos se le hubiese ocurrido que luego de tan poco tiempo, conseguiríamos juntar en la misma casa a más de 40 ex jugadores y entrenadores del viejo y querido Club. Cualquier partido político envidiaría la capacidad de quintuplicar sus afiliados en tres años. «No fue magia», se tatuó una diputada en la espalda, aunque creo que no se refería a esto.

Domingo soleado de marzo, Claudio, el dueño de casa nos citó temprano y encomendó a cada uno tareas a realizar. Embutidos, quesos, panes, hielo, fuego, tragos, música, etc. Cada uno tenía su labor asignada de antemano y todos cumplieron en tiempo y forma.

Los «nuevos», esta vez fueron: mi hermano Pablo, Papi, Sebastian, el Yankee Guillermo, Sergio, Fernando, Vietnam, Diego, Gastón y Claudio. Al resto ya los conocíamos.

Nos acompañaron, además, tres de nuestros entrenadores en alguna época de Central: Ochi, Carloto y Jorge.

Luego de devorar la picada a las 11 de la mañana, partimos hacia la cancha. Algunos se perdieron en el camino, o se quedaron haciendo el asado, nunca nadie lo sabrá, aunque el número final en el campo de juego, no fue despreciable.

Jugamos tocata, divididos por alguna mente iluminada en forwards y tres cuartos y luego de un rato nos juntamos para un juego raro y ambiguo que nadie entendió. Fue entonces, que decidimos golpearnos un poquito y jugar en serio. Por suerte nadie salió lastimado a pesar de las imprudencias de Pirulo.

Volvimos a la casa y con el asado a punto, atacamos lomitos, bondiolas y demás delicadezas. Hay que destacar a uno de los comensales, que saboreó un delicioso muslo de pollo traído especialmente para la ocasión. Seguramente debe tener alguna enfermedad muy grave o terminal, por eso nadie preguntó nada, pero no se salvó de las cargadas.
Después del almuerzo y con varias copas de más se procedió a la entrega de premios mencionada en el post anterior. La idea y puesta en marcha de estos premios fue de José y Fabián con la ayuda de Santiago.
Vivimos un momento muy emotivo, ya que fue un humilde homenaje a tres entrenadores que pasaron por el Club en alguna etapa de nuestra lejana juventud. Con las palabras de Horacio como maestro de ceremonias y la colaboración de Santiago y Jano como apuntadores, fueron pasando Ochi, Carloto y Jorge a recibir su premio.

Cuando éramos (más) jóvenes, seguramente éstas y otras personas, nos dejaron algún tipo de huella (de la buena). Hoy adultos, y mirando la cosa para atrás, se toma conciencia que lo que hacían estos tipos por amor al juego era invalorable. No existían los sponsors, ni siquiera el amateurismo marrón. Nadie cobraba por su tiempo y dedicación.
Cada uno de ellos dijo algo para la ocasión, pero fueron imperdibles las palabras de Carloto, cuando desclasificó antiguos archivos secretos. Reconoció el fraude realizado, obviamente no por él, luego de una votación para capitán en la división superior hace muchos años. Hubo memoria y reivindicación para Gabriel, que había ganado aquella votación en buena ley. Después de ellos, a muchos de nosotros nos tocó llevarnos un presente en forma de pelota ovalada o de muñeco con los colores de Central pintados. En el mío decía: «Fundador»

Además de las múltiples anécdotas que cada uno aportó al recibir su premio, hubo cálidas palabras para el papá de Berto y de Gastón que en distintas épocas del Club, apoyaban desde el costado de la cancha y estaban siempre. Igual de cálido fue el premio a Matías.

A más de uno se le escapó una lágrima cuando le tocó hablar, pero bueno, homosexuales hay en todo grupo humano y aquí no podían faltar.

Luego del momento emotivo, la tarde terminó con facturas, más alcohol y un violento partido de voley en donde hubo varios lastimados.

Agradecimiento final, para todos lo que aportan algo para que el fuego siga vivo. José, Fabián, Santiago, Arturo, Javier, Jano, Gustavo. Perdón si me olvido de alguien. Cada uno de estos encuentros fueron sumando en calidad y en cantidad y es por el aporte y la calidez de todos los que participan. Ya lo dijo uno de los homosexuales en sus palabras: «un montón de buena gente».

Palabras finales y gracias totales para Claudio y familia, que una vez más pusieron su casa a disposición. Si el número de asistentes sigue aumentando habrá que buscar locaciones alternativas o una nueva familia para el dueño de casa. Veo más potable la segunda opción.

Hasta la próxima.